19.2.04

Os pongo una cartita que me ha enviado el amigo Nacho (el de las cartas boschianas):

Alf "Pollen" y el negocio de Operación Triunfo

El otro día entré en doble éxtasis surrealista: por un lado, el esperpento número uno de Eurovisión, el maestro “Pollen”, que no sé de dónde cojones lo sacaron; quedó por delante de la petarda de la Beth en Eurovisión, que suerte que no cantó en catalán porque si no ya estarían los separatas diciéndonos que si traición a Cataluña y ostias varias. Y por otro lado la babosa de la Nina “jaguen”, que ahora va de política y salió elegida en no sé qué localidad por CIU (Chupones Impunes Unidos), ese partido político que tiene el honor de tener el gasto menor de todas las comunidades españolas en salud y enseñanza. ¡OLE TUS COJONES NINA! O sea, que la terapeuta de autoayuda barata que iba de izquierdosa ahora nos ha salido de derechas. Eso sí, todo el día comiéndole el coco a gente humilde y sencilla y más bien rojilla... para que lograran algo imposible, que era cantar bien. ¡Pero si eso es imposible con esos tios! ¡Si casi todos desafinaban, botiguera, tú ibas a la puta pela! Y sí, en las pruebas de selección había gente horrenda y amorfa, pero también había gente que cantaba muy bien, hasta peña de ópera. Y ninguno de estos fue escogido. No se buscaba nunca la calidad sino la gilipollez y el infantilismo estúpido y barato, y además tienen ahora la “jeta” de llamarlos artistas. Anda que no saben los músicos de verdad lo que cuesta llegar a serlo, y me vienen estos niñatos prefabricados ahora de cantantes (son buena gente los muchachos, eso no lo dudo, pero si entran en ese circo, a tragar como todos), qué vergüenza para el país y qué poco respeto para la profesión de músico. A mí me daba el ataque cuando hablaban del sentimiento al interpretar no sé qué canción de turno. Pero qué sabrán de sentimiento, si todas eran iguales y desafinadas, ellos que seguro que en su hortera vida nunca han oído una pieza de Brahms o Beethoven. Y no voy de intelectual, simplemente que es la música que más ha profundizado en los sentimientos humanos, y no mierdas como esa que ha sacado el Dinio (hotel glam), otro parásito más del submundo del “kaspatrash”.

Lo más divertido del programa OT era el “amariconado”, cuando les decía cómo debían vocalizar, expresarse y cosas de esas, eso era lo mejor porque el resto del programa era bazofia pura y dura.

¿Cómo podemos dejar que una televisión pública controlada por los del PP (Poder y Pasta) permita un programa en el que se vende el esfuerzo fácil, el dinero y la manipulación del individuo? ¿CÓ-MO-CO-JO-NES? Es lo último en el panorama cultural español: no suficiente con gran hermano, hotel glam y mierdas varias, pues venga el último bastión puro y virgen que quedaba, la música, ¡pues a por él y venga a sacar pasta!

Sabemos que la música culta, entiéndase la clásica y el jazz, no le pueden gustar a todo el mundo, y eso no es malo porque ha de haber gente para todo; pero es importante saber que es una música que puede llegar a niveles mentales a que otras músicas no pueden llegar, digamos que con Pantera no voy a llegar al clímax existencialista. Creo que la televisión debería informar a la gente tanto de los diversos niveles creativos en el mundo musical, como de dónde está el verdadero esfuerzo en la profesión. Para que os hagáis una idea, voy a coger una equivalencia con arquitectura: un tio de Operación Triunfo sólo podría hacer chozas de barro kutres si fuera arquitecto, así que imaginaros lo que le queda a esa peña por aprender. Y hay mucha gente que, o no le interesa, o no tienen tiempo para profundizar en esta música intelectual y cogerle el gustillo; por eso siempre ha habido una música para el pueblo, que es la que se llama popular, que hasta hace unos 100 años era la música tradicional con la que bailaba y reía la gente de los pueblos y las ciudades. Era música que se acercaba a la sencillez y cumplía una función claramente social. ¿Quién no recuerda los bailes rurales donde los mozos y las mozas de la zona se reunían en búsqueda de pareja, o donde la congregación disfrutaba del estado de alegría y hermandad que trasmitía un baile?

Ahora sigue existiendo la música popular, por supuesto, claro que dividida en dos ramas: la onda Pantojas y Jurados, y la música moderna que sería más para la juventud. Y la verdad es que sigue cumpliendo las mismas funciones sociales que antiguamente, ya que esta música hace unir a la gente en grupos ideológicos, musicalmente hablando, y en el fondo esto no es más que una manera de sociabilización. La gente se reúne para ir a los conciertos e ir de bailoteo, en pocas palabras, continua conociendo gente y buscando pareja.

Pero ahora, en plena globalización capitalista liberal y fasciosa, han empezado a nacer subproductos asquerosos como es este de Operación Triunfo. Hace tiempo que ya existía la música comercial, y con eso entendemos la que simplemente se hace para ganar dinero, que es muy diferente de ganarse la vida. Pero ahora, en una vuelta más de la tuerca, pues nace este producto bochornoso en el que primero se vende una falsa realidad, al hacernos creer que el éxito en la vida es esa mierda consumista, cuando el verdadero éxito en la vida es estar bien con uno mismo y con los demás y no entrar en esta vorágine desenfrenada de materilismo brutal. Por otro lado se vende el éxito inmediato sin ningún esfuerzo ni talento, cuando la realidad en el arte es muy diferente: hay que luchar y trabajar mucho para llegar a algo, y no todos están dotados. Así se crea una idea totalmente desfigurada, como si la música fuera una pastilla que si la tomas te convirtiera en un músico, y lo peor de todo es la clara manipulación y estupidización de las personas que van a ese programa. Se las utiliza como ganado de feria para que unos desalmados se forren haciéndoles creer a esos estúpidos que van a ser grandes músicos, cuando los creadores del programa saben perfectamente que eso es imposible: todo lo que sube muy rápido baja a toda leche, y si no mirad la bolsa cuando vienen los histerismos de compras: luego caídas en picado.

Ese falso éxito creado por la televisión da una falsa realidad basada en la capacidad manipulatoria de la televisión. Cuando los del programa saquen la suficiente pasta, dejarán a los pobres muchachos totalmente desalmados y luego vendrá lo peor para ellos. A ver cómo vuelven a una vida normal después de haber acariciado esa realidad de éxito, van a necesitar psicólogo a manta. Eso sí, se lo tendrán que pagar ellos.

Mozart, siempre que vemos una película suya, acaba con el cuento de que murió en la miseria, y es alucinante cómo se puede valorar una vida tan rica y creativa como ésta en valores económicos. Mozart no murió en la pobreza sino en una riqueza inmensa, porque si fuéramos sabios veríamos que no está en el dinero el verdadero motor de la libertad de espíritu, sino en nuestra creatividad y capacidad de construir mundos diferentes.

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